Ceremonia de inauguración y uso
Símbolo de la presencia de Dios
Bezalel y los hombres de corazón
sabio que le ayudaban se apegaron a las instrucciones explícitas recibidas y
construyeron el Arca con los materiales que el pueblo había contribuido. (Éx
35:5, 7, 10, 12; 37:1-9.) Un año después del éxodo, finalizado y erigido
el tabernáculo, Moisés puso dentro del Arca las dos tablas de la Ley.
(Deuteronomio 10:1-5 menciona que durante unos pocos meses, desde el momento en
que Moisés recibió las tablas de la Ley en la montaña hasta que se trasladaron
al Arca construida por Bezalel, estuvieron guardadas en un arca provisional de
madera de acacia hecha con ese fin.) Seguidamente, Moisés introdujo los varales
por los anillos del Arca, le colocó la cubierta y la llevó al tabernáculo. Una
vez allí, puso en su lugar la pantalla que separaba el Santo del Santísimo y
después, como parte de la ceremonia inaugural, ungió con aceite el Arca y todos
sus utensilios. A partir de entonces, siempre que los sacerdotes desmontaran el
tabernáculo para levantar el campamento, emplearían la misma pantalla
divisoria, además de una cubierta de pieles de foca y una tela azul, para
cubrir el Arca con el fin de impedir que el pueblo la mirase ‘por el más mínimo
momento, y por lo tanto muriese’. (Éx 40:3, 9, 20, 21; Nú 3:30, 31;
4:5, 6, 19, 20; 7:9; Dt 10:8; 31:9; véase Tabernáculo.)
El Arca hacía las veces de
archivo sagrado para conservar ciertos artículos que servían de recordatorio o
testimonio. Las dos tablas del Testimonio o los Diez Mandamientos eran su
principal contenido. (Éx 25:16.) También se guardó en ella una “jarra de oro
que contenía el maná y la vara de Aarón que echó botones”, pero más tarde, en
algún momento anterior a la construcción del templo de Salomón, se sacaron de
ella. (Heb 9:4; Éx 16:32-34; Nú 17:10; 1Re 8:9; 2Cr 5:10.) Poco antes de morir,
Moisés dio una copia del “libro de la ley” a los sacerdotes levitas y les dijo
que la deberían guardar, no dentro, sino “al lado del arca del pacto de
Yahveh su Dios, [...] de testigo contra ti”. (Dt 31:24-26.)
El
Arca representó durante su existencia la presencia de Dios, quien prometió:
“Allí ciertamente me presentaré a ti, y hablaré contigo desde más arriba de la
cubierta, desde entre los dos querubines que están sobre el arca del
testimonio”. “En una nube apareceré encima de la cubierta.” (Éx 25:22; Le
16:2.) Samuel escribió que Yahveh ‘estaba sentado sobre los querubines’ (1 Sa
4:4), de ahí que estos sirvieran como “la representación del carro” de Yahveh.
(1Cr 28:18.) Por lo tanto, “siempre que Moisés entraba en la tienda de reunión
para hablar con Yahveh, entonces oía la voz que conversaba con él
desde más arriba de la cubierta que estaba sobre el arca del testimonio, de
entre los dos querubines; y le hablaba”. (Nú 7:89.) Más tarde, Josué y el sumo
sacerdote Finehás también inquirieron de Yahveh delante del Arca. (Jos 7:6-10;
Jue 20:27, 28.) Solo al sumo sacerdote le estaba permitido entrar en el
Santísimo y ver el Arca un día al año, aunque no con el propósito de comunicarse
con Yahveh, sino para llevar a cabo la ceremonia del Día de Expiación. (Le
16:2, 3, 13, 15, 17; Heb 9:7.) La presencia de Yahveh representada por el
Arca resultó en que el pueblo de Israel disfrutase de otras bendiciones. Cuando
el pueblo levantaba el campamento, la costumbre era que el Arca y la nube de
Yahveh fuesen delante. (Nú 10:33, 34.) Así, al tiempo de cruzar el Jordán,
Yahveh detuvo el caudal del río cuando los sacerdotes que llevaban el Arca
pisaron las aguas de la orilla, y de ese modo se les permitió cruzar por el
cauce seco. (Jos 3:1–4:18.) Asimismo, en la marcha alrededor de Jericó, un
contingente militar iba delante, seguido de siete sacerdotes que tocaban el
cuerno; luego iba el Arca y por último, las fuerzas de retaguardia. (Jos 6:3-13.)
La victoria alcanzada en Jericó contrasta con la derrota que tiempo atrás
habían experimentado, cuando un grupo de rebeldes intentó temerariamente
iniciar la ocupación de la Tierra
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